jueves, 26 de febrero de 2009

El regalo que no se ve


Hace tiempo un hombre castigó a su hija de tres años por desperdiciar un rollo de papel dorado para envolver regalos. El dinero venía escaso en esos días, por eso explotó de furia cuando vio a la pequeña tratando de envolver una caja.


A la mañana siguiente, la niña regaló a su padre la cajita envuelta y le dijo: "Esto es para ti, papi". Él se sintió avergonzado, pero cuando abrió el paquete y lo encontró vacío, gritó con ira: "¿Acaso no sabes que cuando se hace un regalo se supone que debe haber algo dentro?".
La pequeña miró hacia arriba y, con lágrimas en los ojos, dijo: "¡Pero, papá, no está vacía! ¡Yo metí besos para ti!".


El padre se sintió muy mal, abrazó a su hija y le suplicó que le perdonara.
Dicen que el hombre guardó ese regalo dorado cerca de su cama durante muchos años, y que siempre que se derrumbaba tomaba de ella un beso y recordaba el amor que su hija había depositado dentro.


De alguna forma, cada uno de nosotros hemos recibido algún obsequio de amor incondicional de nuestros hijos, amigos, familia...
Nadie podrá tener jamás una propiedad más grande y hermosa que esa.

BOCHICA SALVADOR DE LAS AGUAS


Era un anciano de túnica y cayado, cabello y barba blancos, que enseñó a los muiscas los piencipios de la honestidad y a cultivar la tierra, criar animales, trabajar cerámicas y tejer mantas. Se estableció en Sogamoso y desapareció en Iza. En su honor se hacían fiestas anuales. Los chibchas esperaron su regreso para que les solucionara el problema de las inundaciones de la Sabana de Bogotá, provocadas por el dios creador Chiminigagua. Así fue. Apareció y con el poder de una varita canalizó las aguas hacia el salto del Tequendama. Dicen que lo vieron desaparecer en el infit¡nito, por entre un arco iris. Existe un punto que no se ha podido aclarar en relación a esta leuenda y es por qué, si data de muchos siglos atrás, los indios hablan de un hombre blanco, de pelo y barba canosa, cuando todavía no habían llegado descubridores y conquistadores a nuestro continente, Un misterio.

La patota de los espantos extraordinarios



Juan Hilario se hallaba sentado, pensativo, desde que asumiera el liderazgo de la patota de los espantos extraordinarios sus responsabilidades y deberes ocupaban la mayor parte de su tiempo. Junto a su amigo El Silbón, el demoníaco perro Tureco (quien seguía con la costumbre de morderle los talones al Silbón) y Florentino, el que venciera al mismísimo Lucifer cantando coplas llaneras, habían decidido unir esfuerzos en favor de los desvalidos espantos, las almas en pena, uno que otro demonio y por supuesto todos los seres malvados. Pero ahora Juan Hilario no tenía paz consigo mismo, no lograba encontrarse, ni sentirse bien en modo alguno. Ahora todo era horrible para él.


Todos sabían lo parrandero que era Juan Hilario y lo habían designado líder de la patota justamente por eso. Pensaron que así evitarían que se fuera de rumba en vez de cumplir con sus deberes, sin embargo, el viejo Juan Hilario había llegado al colmo de la desesperación, de ahí la meditación en la que se hallaba sumergido.
– ¿Qué me le pasa Juan Hilario? – preguntó Florentino que entraba a la habitación.
Detrás de él, avanzaba a grandes zancadas El Silbón quien se quitó su gran sombrero y dejando caer su saco lleno de huesos miró a Juan Hilario con ojos escrutadores. A sus pies, Tureco el perro maldito también miró inquisidor a Juan Hilario. Sin dejar de morder los talones del sombrerúo observaba calmo y preocupado a su jefe.


– Si cámara, ¿qué vaina es? – Preguntó a su vez el larguirucho espanto, luego le preguntó a Florentino: – ¿Tu sabes que le pica al guapetón éste? Ahora no quiere hablar con nadie.
– ¿Qué carajos va a estar pasando nada par de pendejos? – Gritó Juan Hilario levantándose con brusquedad del chinchorro. Miró a sus compañeros con rabia para luego concluir: – ¡Quiero una cerveza!

La leyenda del Martillo de Thor


Un día al despertar, Thor se percató de la falta de su esplendoroso martillo, consternado, acudió a Loki, y éste le respondió que quizás fue raptado por algún gigante, de esta manera fue volando con el traje mágico de Freya, a la tierra de los gigantes, donde en efecto se encontraba su martillo, que fue tomado por Thrym, el rey de los gigantes. Y no estaba dispuesto a entregarlo, a menos que le dieran a Freya para desposarla. Loki, astuto y suspicaz como siempre ideó un plan, este consistía en disfrazar a Thor con la ropa y el collar de Freya, además de cubrirse la cara con un velo. Una vez en la tierra de los gigantes, Thrym ofreció un banquete en honor a su boda, y al sellar el matrimonio con el martillo, Thor se desprendió de su disfraz y lo tomó, Thrym suplico piedad, pero ya era muy tarde, el salón se inundó de truenos y relámpago, y con su martillo dio muerte a Thrym y a todos los gigantes.

Leyenda Japonesa

La princesa Kaguya

Una antigua leyenda japonesa explica que había una vez un anciano que vivía con su esposa. Un día fue a una plantación de bambú para recolectar brotes, y se encontró allí con un árbol de bambú que tenía luz en su interior. Se preguntó por qué y sintió una gran curiosidad acerca de lo que habría dentro.

Cuidadosamente cortó el bambú y se quedó asombrado al encontrar a un precioso bebé en el interior. Decidió recogerla y llevarla a su casa. Consultó con su mujer que hacer con el bebé, y llegaron a la conclusión de que era un regalo de Dios. Decidieron llamar a la niña Kaguya-Hime (Princesa de la Luz Brillante). A partir de aquel día, cada vez que el anciano cortaba bambú, encontraba oro dentro de él, no tardó en hacerse rico y construir una gran casa.
Varios años después, el bebé creció y se convirtió en una linda joven. Todo el mundo la conocía porque era elegante y hermosa. Cinco príncipes llegaron a su casa para pedir su mano en matrimonio. Ella era reacia a casarse, así que les propuso varias tareas imposibles para llevar a cabo antes de conseguir casarse con ella.

El primero quedó encargado de traer el caliz sagrado de Buda que se encontraba en La India. Al segundo príncipe se le encargó recuperar una legendaria rama hecha de plata y oro. El tercero tenía que intentar conseguir la legendaria túnica hecha con el pelo de la rata de fuego, que se dice que está en China. Al cuarto, una joya de colores que brillaba al cuello de un dragón. Al último príncipe, le encargó una concha preciosa que las golondrinas guardaban como un tesoro. La princesa pidió cosas que nadie sabía que existían y estaban muy desilusionados.
Luego de esto, los jóvenes dejaron de ir por algún tiempo a la casa del viejito ya que todos estaban buscando los deseos de la princesa. Un día, llego el primer hombre y trajo la taza de Buda que la princesa había pedido, pero él no fue a India como ella lo pidió, en su lugar trajo una taza sucia de un templo cerca de Kyoto. Cuando la princesa lo vio, ella supo inmediatamente que esta no era la taza de Buda, porque aunque era muy vieja y estaba hecha de piedra, la taza que era de India siempre tenía un brillo sagrado.

El segundo no tenía idea de donde podría encontrarse una rama de plata y oro, además no quería hacer un largo viaje y como él era muy rico, decidió ordenárselo a unos joyeros. Luego le llevó el regalo a la princesa. Era tan maravillosa que ella pensó que realmente se trataba de lo que había pedido y pensó que no podría escapar del matrimonio con este joven de no ser porque los joyeros aparecieron para preguntar por su dinero. De esta manera la princesa supo que la rama no era la verdadera, y por tanto, no era lo que ella había deseado.

El tercero, a quién se le había pedido la túnica de pelo de rata de fuego, les dio una gran cantidad de dinero a algunos comerciantes que iban a China. Ellos le trajeron una piel vistosa y le dijeron que pertenecía a la rata de fuego. Se lo llevó a la princesa y ella dijo "realmente es una piel muy fina. Pero el pelo de la rata de fuego no arde, aún cuando se tira al fuego. Probémoslo". Y ella tiró la piel en el fuego, y como era de esperar la piel ardió en unos minutos, el joven se fue enfadado y avergonzado.

El cuarto era muy valiente e intentó encontrar el dragón por sí mismo. Navegó y vagó durante mucho tiempo, porque nadie supo donde vivía el dragón. Pero durante una jornada, fue asediado por una tormenta y casi muere. No podía buscar más al dragón y se fue a su casa. De vuelta en su hogar, se encontraba muy enfermo y no pudo volver con la Princesa Kaguya.
El quinto y último de los hombres buscó en todos los nidos, y en uno de ellos pensó que la había encontrado; pero al bajar tan aprisa por la escalera se cayó y se lastimó. Ni siquiera lo que tenía en su mano era la concha que la princesa había pedido, sino una golondrina vieja y dura.
De este modo todos habían fallado, y ninguno podría casarse con la princesa. La reputación de la princesa era tal, que un día El Emperador quiso conocer su extraordinaria belleza. El Emperador quedó prendado de la joven y le pidió que se casara con él y fuera a vivir a su palacio. Pero la princesa rechazó también su propuesta, diciéndole que era imposible ya que ella no había nacido en el planeta y no podía ir con él. No obstante, El Emperador no pudo olvidarla y siguió insistiendo.

Ese verano, cada vez que la princesa miraba la luna sus ojos se llenaban de lágrimas. Su anciano padre quiso saber qué le ocurría, pero ella no respondió. Cada día que pasaba la joven estaba más triste y siempre que miraba la luna no podía dejar de llorar. Los ancianos estaban muy preocupados, pero la princesa guardaba silencio. Un día antes de la luna llena de mediados de agosto, la princesa explicó por qué estaba tan triste. Explicó que no había nacido en el planeta, sino que procedía de la luna, a dónde debía regresar en la próxima luna llena, y que vendrían personas a buscarla.

Los ancianos trataron de convencerla de que no partiera, pero ella contestó que debía hacerlo. Así que el anciano corrió en busca del Emperador, y le contó toda la historia, enviando éste último una gran cantidad de soldados a casa de la princesa. En la noche de la luna llena de mediados de agosto, los guerreros rodearon la casa en su intento de proteger a la princesa, mientras ésta se hallaba en el interior con sus padres esperando por las gentes de la luna que vendrían a por ella. Cuando la luna se puso llena, una inmensa luz los cegó a todos y las gentes de la luna bajaron a por la princesa, los soldados no pudieron combatir porque estaban cegados por aquella inmensa luz y porque extrañamente habían perdido las ganas de luchar.
La princesa se despidió de sus padres, y les dijo que no deseaba irse, pero que tenía que hacerlo. También se despidió del Emperador por medio de una carta. El desolado Emperador envió un ejército entero de soldados a la montaña más alta de Japón, el gran Monte Fuji. La misión encargada era subir hasta la cima y quemar la carta que Kaguya-Hime había escrito, con la esperanza de que llegara a la ahora distante princesa.

Años después, de la luna cayó la capa que las personas de la luna le dieron a la princesa Kaguya-Hime. Un monje, llamado Miatsu, que pasaba por ahí se enteró de la historia de la princesa y fue a ver al Emperador. Le dijo que si alguna vez la luna llena aparecía más de lo debido, llevaran la capa al Monte Fuji y lo quemaran. Cuando el Emperador preguntó la razón, el monje le dijo que la princesa Kaguya había recibido la carta que el había quemado tanto tiempo atrás, y que se encontraba molesta por no haberse podido quedar en el planeta, por lo que había decidido convertir a la tierra en un lugar como la luna: sin espacio ni tiempo, sumida en la noche eterna, para poder regresar. El Emperador le pidió al monje que sellará a Kaguya en un lugar del cual jamás pudiera salir. El monje Miatsu lo hizo así, en un espejo del palacio (que fue conocido como espejo de la vida o de la luna) con los cinco objetos que la princesa había pedido a sus pretendientes, como llaves de abertura y cerradura del portal entre la luna y la tierra (el monje los tenía); de esta forma la humanidad estaría a salvo del poder de la princesa. La capa de Kaguya-Hime fue entregada a una familia reconocida y ancestral de la que se decía que sus miembros poseían poderes espirituales.

La princesa Kaguya se enteró por medio de un susurro de un sirviente del palacio que estaba encargado de cuidar el espejo que la mantenía cautiva del hechizo y el engaño del Emperador, así que le pidió a una de las personas de la luna que hiciera que del Monte Fuji cayera fuego, lava, cenizas y gases venenosos que causaran la muerte de la región entera. La persona así lo hizo, y tomando la furia de la princesa como componente principal, creó al volcán (antes era nada más una montaña), que no hizo erupción debido a que la rabia de la princesa no era suficiente así que tenían que esperar hasta que la rabia de la princesa se acumulara y fuera la suficiente para hacer estallar al volcán. Desde entonces las erupciones del Fuji (pocas en la historia), han sido violentas, debido a la furia de Kaguya-Hime.

¿Què te parecio la leyenda?

viernes, 20 de febrero de 2009

HE AQUI MIS RESPUESTAS DE LA LEYENDA A MI CRITERIO, PUEDEN RESPONDER A SU CRITETIO IGUAL,TODA REPSUESTA SERA TOMADA EN CUENTA

El tigre en el espejo

Responder
1º ¿Qué hechos y acciones provocaron la guerra entre los hombres del Imperio Amarillo y los hombres de detrás del espejo? R= Cuando el Emperador Amarrillo decidió capturar al tigre y como el tigre su instinto fue rugir hizo temblar las paredes y la gente de los espejos oye el rugido y desde entonces se desato la guerra entre los dos mundos.
2º ¿Quién y cómo se gana la guerra emprendida por el Emperador Amarillo? R= le pidió ayuda a un hechichero, que el secreto para ganar era utilizar azogue, entonces el Emperador pidió que preparan mucho azogue, después de que estaban hechos simulo una retirada y cuando la gente del los espejos entraron pensando que ganaron, les arrojaron el líquido que los condeno a vivir en los espejos.
3º ¿Qué sucedió después de que el cruel Emperador amarillo encerrara al tigre blanco y a los hombres detrás del espejo? R= Una vez que gano el Emperador los condeno a vivir en los espejos y repetir los gestos de los humanos.
4º Después de morir el Emperador Amarillo Chen ¿Quién lo sucede en el poder, cómo es el nuevo emperador, qué lo caracteriza, qué piensan de él el primer ministro y los consejeros? R= Lo sucede su hijo Huang, es un joven pálido y soñador, aficionado a las historias, le gustaba buscar imágenes en la nubes del atardecer, interpretar el sonido del agua de la fuente del palacio y adivinar donde caerían las hojas de otoño. El primer ministro y los consejeros pensaban que no era suficiente duro con los impuestos, qué no distribuida las riquezas y se olvida de las guerras de expansión.
5º ¿Cómo descubre el Emperador Chen que él pertenecía a ese mundo de detrás del espejo? R= Cuando en una madrugada se despertó derribo unos papeles y se rompió un espejo y frente del había un espejo y se vio y contemplo a un joven agotado y pálido como la nieve, como lo que vivían en el espejo ahí comprendió que él era de ahí.
6º ¿Cómo gobernó a los dos imperios el emperador amarillo, Huang? R= gobernó los dos mundos con sabiduría, para que sus habitantes convivan plenamente.
7º ¿Quiénes huyeron del nuevo imperio amarillo y por qué? R= El primer ministro y los consejeros huyeron con mucho temor y se perdieron en los confines del imperio y también huyeron algunos habitantes porque no soportaban que los espejos ya no les devolvieran las copias igualitas de sus gestos y muecas.
8º ¿Cuáles son las ideas principales que manejan los textos y cuál es el tema de la leyenda?
a) El emperador atrapo al tigre del mundo de los espejo y eso desato la guerra entre los dos mundos
b) Final un día una noche sin luna, la gente de los espejos cruzo y empezó la guerra, la sangre corría por todos lados
c) El emperador preguntó a un hechicero como ganar y le dijo que con azogue, ordeno preparar bastante de esta sustancia
d) Una vez que gano con la ayuda del líquido, no contento con eso condeno a la gente de los espejos a repetir gestos, morisquetas de los humanos.
e) A la muerte del Emperador Chen, lo sucedió su hijo Huang, joven pálido y soñador, aficionado las historia de antiguos maestros y otros gustos.
f) El primer ministro y los consejeros murmuran que no era buen emperador y que no era rudo en los impuestos, guerra.
g) Una madrugada se levanto y tiro unos papeles y un espejo se rompió, se vio frente a otro y comprendió que el pertenece a la gente de los espejos por ser como era.
h) Rompió la maldición y libero a la gente de los espejo y desde entonces se convirtió en el soberano de los dos mundos gobernando con sabiduría y hizo que sus habitantes convivan en paz.

El tema principal de la leyenda es que no siempre puedes tener algo si no te pertenece y no puedes quitárselo al verdadero dueño.
También un punto en esta leyenda es que por defender lo que es tuyo das hasta la vida, por defender tu patrimonio. Pero no todo se refleja a eso, podemos hacer mención de que la leyenda también nos habla de convivencia que puede haber entre las comunidades y demostrar que se puede trabajar en paz y armonía, sin recurrir a la guerra.

El tigre en el espejo

El tigre en el espejo

Cuentan que hace muchísimos años, el mundo de los espejos y el de los humanos estaban comunicados. Cualquiera podía entrar y salir de un espejo de pared, de un espejito de mano y hasta de los pequeñísimos fragmentos de un espejo roto.
La gente de los espejos se parecía bastante a la gente humana, aunque eran más pálidos y brillaban en las noches de luna. Los animales del mundo de los espejos tenían un pelaje cristalino, plumas transparentes y ojos de un color plateado que centelleaba bajo la luz. El gran tigre era el más hermoso de estos animales, con sus rayas negras como la noche y blancas como la luna. Sus dientes relucían como cuchillos de plata cuando se deslizaba silencioso a través de un espejo para caminar por los larguísimos pasillos del palacio del Emperador Amarillo.
La vida de los dos mundos había transcurrido sin problemas hasta la noche en que el Emperador, desvelado, observó desde su lecho imperial el paso del tigre frente a la puerta de su recámara. Inmediatamente quiso tenerlo cautivo en su zoológico imperial y llamó a sus imperiales guardias para que lo apresaran. Éstos se acercaron medio muertos de miedo y provistos de una enorme red. Se ubicaron temblando a ambos lados del final del pasillo y lanzaron la red sobre el majestuoso animal.
El rugido del tigre prisionero hizo temblar las paredes del palacio, rompió los vidrios de los ventanales y, atravesando los espejos, llegó hasta los oídos de la gente del otro lado. Entonces, se declaró la guerra.
La gente de los espejos se armó con lanzas de plata y espadas de cristal para rescatar al tigre. Los soldados del Emperador se armaron con mazas de bronce y escudos de hierro para prevenir el ataque. Durante días y noches, los dos ejércitos aguardaron, tensos y sin dormir, el momento de la batalla. Mientras tanto, el tigre recorría una y otra vez su estrecha celda mordiendo los barrotes.
Por fin, una noche sin luna, la gente de los espejos cruzó el cristal que los separaba y arremetió, pálida y fantasmal, contra los soldados del Emperador. La sangre de los humanos corrió roja como el coral y la sangre de sus rivales corrió plateada como el mercurio. Una y otra vez ganaron y perdieron sendas batallas, con una tristísima pérdida de vidas en los dos bandos. Sin embargo, la guerra no terminaba de definirse y el pueblo del Imperio Amarillo empezaba a hartarse de ver morir a sus hijos por un capricho de su gobernante. Temeroso de perder su poder, el Emperador Amarillo llamó a su palacio a un hechicero famoso.
—¿Cómo puedo ganar esta guerra sin perder a mi tigre? —preguntó.
—El secreto es el azogue, mi señor —respondió el hechicero—. El azogue es la base de los espejos y, si bañáis en él al ejército enemigo, volverán a donde les corresponde.
El Emperador encargó a los sabios y alquimistas que prepararan incontables recipientes repletos de azogue y simuló una retirada de su ejército. Cuando la gente del espejo invadió la plaza imperial creyendo haber ganado la guerra, desde lo alto de las murallas recibió un baño líquido y plateado que, poco a poco, los fue disolviendo y devolviéndolos a su mundo. En algunas horas, la gente del espejo quedó prisionera detrás de los espejos de pared, de los espejos de mano y hasta de los pequeñísimos fragmentos de un espejo roto.
Pero allí no se detuvo la venganza del Emperador, sino que los condenó a repetir para siempre los gestos de los humanos. Por eso, desde ese momento, los espejos copian nuestras caras y nuestros gestos. Sin embargo, la historia también dice que un día los seres humanos del espejo se despertarán de este sueño mágico, y que el primero en despertarse será un nuevo tigre. Entonces, los espejos no nos devolverán nuestra imagen sino otra diferente. Cada vez más diferente y cada vez más parecida al resplandor del tigre liberado.


El tigre en espejo 2

Habían pasado siglos desde que el cruel Emperador Amarillo encerrara al tigre blanco y a la gente que vivía del otro lado del espejo. La antiquísima leyenda que contaba estos hechos, hablaba de la ambición del soberano por poseer al hermoso tigre, de la guerra que se desató a raíz de eso y de la manera en que los confinó y los condenó a repetir para siempre nuestros gestos desde los espejos de pared, desde los espejos de mano y hasta desde los pequeñísimos fragmentos de un espejo roto.
Las abuelas les narraban la leyenda a sus nietos y los maestros a sus alumnos, pero nadie creía que fuera más que una manera entretenida de explicar por qué los espejos repetían rostros, gestos y morisquetas. Sólo de vez en cuando, algún niño, luego de lavarse la cara y mirando su imagen se preguntaba si la historia no sería cierta. Pero inmediatamente olvidaba la idea y salía a jugar.
También se habían sucedido, una tras otra, generaciones de Emperadores Amarillos. Algunos crueles, otros autoritarios y otros simplemente indiferentes a la suerte de sus súbditos. Un dato curioso es que la vestimenta imperial había ido cambiando de color. Del amarillo oro a un amarillo claro. Y de allí a un blanco amarillento y a un blanco con una pizca de dorado. Pero los cambios habían sido tan imperceptibles que todo el mundo seguía pensando que era gobernado por un Emperador Amarillo.
Finalmente, a la muerte del Emperador Amarillo Chen, lo sucedió su hijo Huang, con gran preocupación del Primer Ministro y los Consejeros. Huang era un joven pálido y soñador, más aficionado a las historias de los antiguos maestros que a las cuestiones de Estado. Prefería buscar figuras misteriosas en las nubes del atardecer, interpretar los sonidos del agua de la gran fuente del palacio y adivinar la trayectoria de las hojas que caían en otoño.
Sin embargo, la ceremonia de asunción se celebró con todos los rituales del caso. No faltaron decenas de ruiseñores que cantaban encerrados en pequeñas jaulas de plata ni centenares de peces carpa, rojos y blancos, nadando en la fuente, ni miles de flores de loto con pequeñísimas velas encendidas que los sirvientes echaron a flotar en el río hasta convertirlo en una corriente de fuego y nieve.
En el momento culminante, y mientras Huang aguardaba sentado en el trono imperial, el Primer Ministro, seguido por los Consejeros, se acercó llevando la capa y la cuádruple corona de seda finísima. Mientras lo revestían con los atributos de su cargo, el joven notó con sorpresa que eran más blancos que la nieve de la cima de las montañas más lejanas. Es más, eran de un cegador tinte plateado como los espejos cuando los ilumina el sol. Pero nadie más pareció advertirlo y todos juraron lealtad al Emperador Amarillo.
A poco de iniciado su mandato, los dignatarios empezaron a murmurar. Que el Emperador no era suficientemente duro con los impuestos. Que descuidaba las guerras de expansión. Que no distribuía la riqueza de la manera acostumbrada. Sólo hizo falta una discreta insinuación del Primer Ministro para que los Consejeros empezaran a imaginar las maneras más sutiles de librarse de él.
Aunque parecía algo ausente y mantenía su aire soñador, Huang había visto y escuchado todo esto en las formas de las nubes y en los murmullos del viento. Pero estaba solo entre la multitud de servidores y funcionarios. Necesitaba encontrar el modo de salvar su vida y recurrió a lo que más conocía: las historias de los antiguos maestros. Mientras buscaba la respuesta, evitó como pudo las posibles trampas. Dormía de a ratos, con un sueño muy ligero, bebía el agua que la lluvia dejaba en el alféizar de su ventana y se alimentaba frugalmente con la comida destinada a los pájaros, conejos y otros animales del jardín del palacio, a espaldas de sus servidores.
Claro que no podía soportar demasiado tiempo esa vida y se dedicó con desesperación a leer historias en decenas de manuscritos bellamente dibujados que se hacía traer de la biblioteca. Así pasó tardes y noches enteras, en el tiempo que le dejaban libre sus ocupaciones imperiales. Pero se sentía cada vez más débil y cansado.
Una madrugada, el sueño lo hizo cabecear y, al incorporarse bruscamente, derribó una pila de papeles que estaban sobre la mesa. Inmediatamente después, escuchó un ruido de vidrios rotos. Al caer, los papeles habían arrojado al suelo un espejito de nácar y carey. Huang supo que eso era una respuesta y recordó la antigua leyenda del tigre y de la gente encerrada en los espejos por el Emperador Amarillo. Pero, ¿en qué podía ayudarlo esa historia? Decía que el cruel Emperador había confinado a sus enemigos del otro lado bañándolos en azogue, la sustancia plateada que transforma un vulgar vidrio en esa magia que repite las imágenes. El sol, que ya se levantaba, lo encontró de pie frente al gran espejo que colgaba de la pared de su recámara, contemplando la figura de un joven agotado, pálido como la nieve y vestido con una blanquísima túnica imperial. Entonces, con la claridad del relámpago, comprendió todo. Por alguna razón misteriosa, él pertenecía a ese otro mundo, que no era un simple cuento para entretener a los niños. Había llegado la hora de romper el hechizo. Con absoluta certeza, arrojó un taburete de ébano contra el espejo y, a medida que los fragmentos de vidrio caían al suelo, vio cómo se desplegaba ante sus ojos un mundo plateado y abismal. Vio murallas que rodeaban una inmensa plaza iluminada por la luna. Allí, cientos de hombres y mujeres tan pálidos como él aclamaban a su Emperador. Al frente de ellos, temible y majestuoso, estaba el tigre del espejo que, de un salto gigantesco, lo atravesó.
***
Huang, ahora soberano de los dos mundos, empleó toda su sabiduría para que sus habitantes aprendieran a convivir sin entablar otra guerra. Al principio hubo desconfianza, recelo, miedo. El Primer Ministro y los Consejeros huyeron aterrorizados más allá de los confines del imperio. También se fueron quienes no podían soportar que los espejos ya nos les devolvieran la copia fiel de sus gestos y morisquetas. Quienes se quedaron, tuvieron una larga vida de justicia y paz. Y no les importó la desaparición de los espejos porque ya conocían sus verdaderos rostros.

jueves, 19 de febrero de 2009

Intro

Hola!!!
en fin de crear este blog es para la materia que llevamos en la Normal Superior
y que trata sobre nuestra asignatura!!! que daremos clases
el Español!!!!!!!!!!!!!!!!1

bueno espero sea de su agrado este blog!!!

y pueden opinar las veces que quieran!!!

saludos

atte: Renè


bye



Remember this: Is a hell to get to heaven